El Instituto Humboldt comunicó sobre una nueva especie de rana endémica de Colombia con canto similar al sonido que emiten las cabras y que posee huesos verdes.
Esta nueva especie, Scinax caprarius, según los registros realizados por el Insituto Humboldt, la ubican en los bosques subandinos en el valle medio del Magdalena, un área geográfica de ambientes heterogéneos que involucran franjas longitudinales de bosques subandinos, selvas húmedas tropicales hasta bosque seco tropical.
La novedad de esta nueva especie de rana endémica colombiana radica en un sobresaliente canto similar al balido o sonido que emiten las cabras; así mismo a sus huesos verdes (que comparte con la rana narizona Scinax elaeochrous habitante de tierras bajas del Pacífico), tonos café rojizo e incluso dorado en la parte superior del cuerpo, y asimismo manchas irregulares en la superficie trasera del muslo.
Esta rana es de hábitos nocturnos, abunda, por lo general, durante la estación lluviosa. Tiene preferencia por microhábitats de vegetación arbustiva aledaña a aguas estancadas, como pequeñas lagunas naturales y acumulaciones acuáticas artificiales.
Los renacuajos de esta especie viven en grupos reducidos a no menos de 2 metros de distancia de la orilla de lagunas o estanques pequeños con diámetros de hasta 10 metros, fondo fangoso y vegetación emergente. Estos cuerpos de agua se asocian a las áreas abiertas cercanas a bosques naturales con profundidades de no más de 1,5 metros.
Importancia de las ranas en el ecosistema
Además de ser las primeras habitantes de la Tierra, poseer riqueza en colores, formas y tamaños, tener comportamientos bastante extraños e interesantes, habitar montañas o desiertos y soportar climas extremos, las ranas controlan plagas, sirven de alimento a serpientes, murciélagos, primates, comadrejas, arañas, tarántulas o aves, son potenciales portadoras de cura para enfermedades humanas, gracias a los químicos presentes en su piel, y las primeras indicadoras de que algo va mal en un ecosistema.
Pero el incremento de especies exóticas, la degradación de bosques, la pérdida de fauna acuática, la transformación en el uso de la tierra o la contaminación de aguas naturales causan pérdida de biodiversidad a la cual no son ajenas las especies autóctonas como el sapo Quimbaya, hoy prácticamente segunda especie extinta en la geografía nacional.
Que hoy Scinax caprarius represente una preocupación menor para los científicos colombianos no significa desentenderse en su estudio, por el contrario exige un monitoreo constante con el fin de mantener la estabilidad y supervivencia de la especie que se podría ver afectada a futuro, por causa de la presión actual que ocasionan las actividades humanas.
Leer: comunicado completo del Instituto Humboldt