La vacuna contra el COVID-19 es esperada a nivel mundial con el interés de frenar la pandemia. Mucho se habla sobre la vacuna a nivel general, pero poco se habla del proceso que hay detrás de ella y de los incontables animales que fueron obligados a hacer parte de este proceso. No con el ánimo de encasillar posturas sobre la vacuna, pero sí con el ánimo de hacer visible la cruel realidad para los animales que aún se vive en los laboratorios, nos vimos en la tarea de hablar con Yani Mateus de Animal Defenders International sobre la vacuna COVID-19 y las pruebas en animales, ¿un sufrimiento innecesario?
Animal Defenders International desde su trabajo investigativo y encubierto dentro de laboratorios nos muestra esta verdad.
Según investigaciones a nivel mundial se cree que la fuente del coronavirus que causa la enfermedad COVID-19 se desarrolló en un mercado de animales en China, donde se conoce que el virus muta para saltar la barrera de las especies e infectar a los humanos, para luego extenderse por todo el mundo hasta alcanzar proporciones pandémicas. Desde Animal Defenders International con representación en Colombia de Yani Mateus conocimos a los animales que hay detrás de esta vacuna, vacuna que en este 2021 ya está llegando a los diferentes países, representando un cambio fundamental con respecto al modelo tradicional del desarrollo de vacunas el cual toma en promedio más de diez años.
Los estudios en animales son una forma poco confiable de predecir los efectos en humanos, a pesar de esto el uso de animales como; ratones, hurones, primates, cobayos, cerdos y gatos en la investigación del COVID 19, se ha incrementado en todo el mundo, incluso en Perú han usado gallinas y llamas.
¿En qué consiste las pruebas de vacunas en los animales? ¿cómo y a qué son sometidos?
Recordemos que las vacunas son preparaciones que se administran a personas sanas como medida preventiva contra una enfermedad para estimular la respuesta inmunitaria, por lo que deben pasar por pruebas muy rigurosas, antes de las pruebas en humanos las vacunas se someten a una investigación exploratoria y a etapas pre-clínicas que involucran sistemas de cultivo y pruebas en animales para evaluar la seguridad de la vacuna candidata o la capacidad de crear una respuesta inmune, también se realizan estudios donde los animales reciben la vacuna y luego se exponen al patógeno. Muchos estudios nunca avanzan más allá de la etapa pre-clínica porque no logran producir la respuesta deseada en los animales. Antes de ser aprobadas para el mercado las vacunas también se someten a tres fases de pruebas clínicas en humanos, el proceso completo de investigación y desarrollo de vacunas suelen tardar normalmente entre diez y veinte años.
Los modelos animales se utilizan usualmente para evaluar la seguridad de la vacuna, la protección contra la infección, la dosis óptima, la vía de administración y la respuesta inmune para ver si la vacuna es eficaz y generalmente se llevan a cabo antes de los ensayos clínicos en humanos. Las nuevas pautas establecidas por la Coalición Internacional de Autoridades Reguladoras de Medicamentos solo requieren que las vacunas para COVID.19 se prueben para determinar su seguridad pero no su efectividad antes de ser usadas en humanos, por lo general, los animales en pruebas de COVID-19 son sometidos a modelos de prueba de virus respiratorios con el fin que los animales experimenten dificultades respiratorias. A los animales se les inyecta una vacuna primero y luego les introducen el virus por la nariz mientras están sedados o inmovilizados, después de un periodo de observación dependiendo del científico y del estudio, se observa sus síntomas y son sacrificados para analizar sus tejidos, a lo largo de su terrible experiencia los animales experimentarán angustia y sufrimiento.
Los animales detrás de la vacuna contra el COVID-19 Share on X
Animales usados:
Se han realizado pruebas en animales en todo el mundo, que incluyen:
- Reino Unido: Public Health England, utilizando el Laboratorio Porton Down, les dio a hurones y monos macacos una inyección de vacuna antes de una dosis del virus que causa COVID-19 por la nariz. El Imperial College de Londres usó ratones para observar las vacunas.
- EE.UU .: En el Instituto de Investigación Biomédica de Texas, se han utilizado babuinos para estudiar cómo funciona el coronavirus y qué tratamientos serán eficaces para tratar el virus. Los primates también se han utilizado en la Universidad de Wisconsin-Madison, el Centro Nacional de Investigación de Primates de Tulane en Luisiana y el Regeneron de Nueva York, donde también se utilizaron ratones.
- Países Bajos: Los investigadores utilizaron hurones para probar si podían transmitir el virus.
- China: en una universidad de Shanghai, se llevaron a cabo pruebas de vacunas en ratones, con planes para realizar pruebas de toxicidad en animales más grandes, como los monos.
- Para abordar la variable del virus, científicos examinaron los síntomas de COVID-19 en gatos bebés y gatos de 6 a 9 meses.
- Investigadores del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, NIH, infectaron dos grupos de 6 macacos rhesus con el virus que causa COVID-19 y les inyectaron el medicamento antiviral remdesivir diariamente. Fueron sacrificados y se les extrajeron los pulmones para su evaluación, encontrando que los animales tratados con remdesivir no mostraban signos de enfermedad respiratoria. Sin embargo, luego de los ensayos en pacientes, la OMS recomendó no usar el medicamento para tratar a los pacientes debido a la falta de evidencia de que mejore los resultados o la supervivencia de los pacientes.
¿Por qué las pruebas de vacunas en animales resultan innecesarias y poco efectivas para el humano?
Cada especie animal responde de manera diferente a las sustancias, por lo tanto, las pruebas en animales son una forma poco confiable de predecir efectos en los humanos, por ejemplo; lo que es seguro en una especie puede ser tóxico para la otra. Las diferencias de especies producen conclusiones erróneas retrasando el proceso científico, más del 90% de los medicamentos que resultan prometedores en ensayos en animales fallan en los humanos, ya sea por falta de efectividad o por preocupaciones de seguridad. De los medicamentos que llegan al mercado, alrededor del 50% son retirados posteriormente. Las enfermedades humanas en los animales de laboratorio no ocurren de forma natural por lo que deben crearse artificialmente, y por lo tanto son diferentes de la condición humana que intentan imitar, este es el caso del COVID-19 donde se ha observado que otras especies animales no contraen la cepa humana del virus, ya que no tienen las mismas proteína en sus células en las que se adhiere el virus, es decir el receptor, como en los ratones, o en otros casos el desarrollo de la enfermedad es muy leve como es el caso de los primates, además los estudios han demostrado que los resultados de las pruebas pueden diferir debido a la edad, el sexo, la dieta, el material de la cama del animal, incluso los procedimientos de laboratorio de rutina como la manipulación y la extracción de sangre provocan cambios fisiológicos asociados con el estrés que pueden afectar los resultados científicos, por lo tanto, los resultados pueden variar de un laboratorio a otro.
Los humanos con COVID-19 presentan una amplía variedad de síntomas de la enfermedad desde neumonia asintomática hasta neumonia grave y estos síntomas son difíciles de recrear en un solo modelo animal. Los estudios que examinan la eficacia de las vacunas y los medicamentos antivirales utilizan tradicionalmente modelos de enfermedad grave que no imitan la patología común en la mayoría de los pacientes con COVID-19 y podrían limitar la comprensión de la dinámica y la transmisión de la infección. Aunque los ratones son el modelo animal de investigación preferido debido a su costo, tasa de reproducción y abundancia de reactivos disponibles para estudiar esta especie, los primeros informes indican que no son adecuados para infección para COVID-19, por lo tanto han creado ratones transgenicos para estudiar el virus, aún así estos ratones demuestran susceptibilidad pero con un desarrollo de la enfermedad limitado. Los datos epidemiológicos han definido que el Covid tiene una tasa de letalidad más alta en personas mayores de 60 años, sin embargo la mayoría de los modelos de investigación en vivo utilizan animales jóvenes y sanos. Para abordar esta variable científicos examinaron los síntomas de COVID-19 en gatos bebés Vs gatos de 6 a 9 meses, pero encontraron que el COVID-19 fue más severo en los gatos bebés, uno de ellos murió el día 3 después de la infección y se observó mayor distribución viral en comparación con los gatos mayores, estos resultados evidentemente son opuestos a lo que se ha observado en humanos. Otros científicos probaron el virus en macacos jóvenes y adultos y no observaron diferencias dependiente de la edad, también es destacar que el virus no es consistentemente letal en ninguno de los animales probados hasta ahora, ni la infección por COVID-19 en esos animales recapitula todos los síntomas clínicos severos observados en humanos.
Escuche la entrevista completa a Yani Mateus de Animal Defenders International donde da a conocer otros temas:
Para que una vacuna contra el virus se comercialice lo antes posible, los investigadores llevaron a cabo ensayos clínicos en humanos sin completar primero las pruebas en animales. Debido a que esta vacuna no contiene el virus que causa COVID-19, a diferencia de las vacunas convencionales, significa que pudieron acelerar el proceso de desarrollo. Del mismo modo, un tratamiento que utiliza anticuerpos extraídos de pacientes se puede utilizar sin pruebas en animales.
¿Cómo suplir el uso de animales en pruebas de vacunas?
Actualmente se llevan a cabo muchas investigaciones con métodos avanzados que no usan animales. Los científicos han avanzado utilizando métodos y análisis científicos avanzados, incluido el seguimiento de la población para obtener información sobre la transmisión, cultivo de tejidos humanos, estudios de los pulmones de las víctimas de la enfermedad, modelos de predicción basados en inteligencia artificial y cribado virtual de alto rendimiento, una tecnología que permite automatizar ensayo de un gran número de compuestos. El Instituto Wyss, que desarrolló el modelo Lung-on-a-Chip, ha desarrollado un modelo de infección específico de COVID-19. Otra empresa, Epithelix, ha desarrollado un modelo in vitro de células de las vías respiratorias humanas en 3D para evaluar fármacos antivirales o estrategias terapéuticas contra la infección por el virus COVID-19.
Los ensayos e investigaciones que no involucran animales han identificado tratamientos actualmente disponibles que pueden o tienen el potencial de reducir la enfermedad grave y la muerte por COVID-19:
- Los ensayos de dexametasona mostraron que el esteroide ampliamente utilizado reduce la muerte hasta en un tercio en pacientes hospitalizados con complicaciones respiratorias graves de COVID-19.
- También se ha descubierto que atazanavir, un medicamento antirretroviral utilizado para el VIH, es un tratamiento prometedor para el COVID-19, basado en un modelo de predicción basado en inteligencia artificial y se encuentra en ensayos clínicos.
- Se ha descubierto que el fármaco tocilizumab para la artritis reumatoide mejora significativamente el resultado para los pacientes críticamente enfermos con COVID-19.
Desde Animal Defenders International reiteran que dado que se cree que el virus ya ha mutado para saltar la barrera de las especies, parecería prudente centrarse en la enfermedad en humanos, en lugar de introducir el virus en cada vez más especies en pruebas con animales. Está claro que los métodos obsoletos no pueden producir resultados al ritmo que espera el público. Los gobiernos deben insistir en que los investigadores utilicen métodos más sofisticados, fiables y sin animales.
Si desea hacer algo para detener las investigaciones hechas en animales, ingrese a la petición de firmas creada por Animal Defenders International aquí